EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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34. Prefacio. En los peligros a que estamos expuestos, Dios nos recuerda nuestra debilidad y la fragilidad de nuestra existencia. Nos enseña que nuestra vida está en sus manos y que pende de un hilo que puede romperse cuando menos lo esperamos. En cuanto a esto, no hay privilegio para nadie, porque tanto el grande como el pequeño están sometidos a las mismas alternativas.


Si se examinan la naturaleza y las consecuencias del peligro, se verá que muchas veces, si se hubiesen cumplido esas consecuencias, hubieran sido castigo de una falta cometida o de un "deber descuidado".