EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

Volver al menú
212. Es muy importante no caer sin quererlo bajo la dependencia de los Espíritus malos, pero lo es más aún el hacerlo voluntariamente, y es preciso evitar que un deseo inmoderado de escribir haga creer que es indiferente el dirigirse al primero que se presenta, del que no se podrá desembarazar más tarde, si no conviene, porque nadie pide asistencia a un mal Espíritu impunemente, pues éste hace pagar caro sus servicios.

Algunas personas, impacientes por ver desarrollarse en ellas la facultad mediúmnica, demasiado lenta a su parecer, han tenido la idea de llamar en su ayuda a un Espíritu cualquiera, aunque fuese malo, contando con poderlo despedir en seguida.

Muchos han sido servidos a su gusto y han escrito inmediatamente; pero el Espíritu, haciendo poco caso de que le llamasen porque no podían escribir, no ha sido tan dócil en irse como en presentarse. Conocemos algunos que han sido castigados con obsesiones de años y de todas clases, por las más ridículas sofisticaciones, por una fascinación tenaz y aun por desgracias materiales, y las crueles decepciones por creerse bastante fuertes para alejarles cuando quisieran. El Espíritu se muestra, desde luego, abiertamente malvado, después hipócrita a fin de hacer creer o en su conversión o en la pretendida potencia de subyugado, para echarle a su voluntad.