CAPÍTULO VI - MANIFESTACIONES VISUALES
Preguntas sobre las apariciones. –Ensayo teórico sobre las
apariciones. – Espíritus glóbulos. – Teoría de la alucinación.
Preguntas sobre las apariciones
100. De todas las manifestaciones espiritistas, las más
interesantes son, sin contradicción, aquellas por las cuales los
Espíritus pueden hacerse visibles. Se verá por la explicación de
este fenómeno que, como los otros, nada tiene de sobrenatural. A
continuación ponemos las respuestas que con este objeto han dado
los Espíritus.
1. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles?
Sí, sobre todo durante el sueño; sin embargo, ciertas
personas los ven también durante la vigilia, pero es más raro.
Observación. – Mientras que el cuerpo descansa, el Espíritu se
desprende de los lazos materiales; es más libre y puede más fácilmente ver
a los otros Espíritus con los cuales entra en comunicación. El sueño no es
más que el recuerdo de este estado; cuando uno no se acuerda de nada, se
dice que no ha soñado, pero el alma no ha dejado de ver y gozar de su
libertad. Nosotros nos ocupamos más especialmente aquí de las apariciones
en estado de vigilia. *
_____________________________
* Véase para más detalles sobre el estado del Espíritu durante el sueño. El libro de
los Espíritus, cap. “Emancipación del alma”, núm. 409.
2. Los Espíritus que se manifiestan a la vista, ¿pertenecen
más bien a una clase que otra?
No, pueden pertenecer a todas las clases, a las más elevadas
como a las más inferiores.
3. ¿Es dado a todos los Espíritus el manifestarse
visiblemente?
Todos lo pueden; pero para esto no tienen siempre el permiso
ni la voluntad.
4. ¿Cuál es el fin de los Espíritus que se manifiestan
visiblemente?
Esto depende de su naturaleza; el fin puede ser bueno o
malo.
5. ¿Cómo puede darse este permiso cuando el fin es malo?
Entonces es para probar a aquellos a quienes se aparecen.
La intención del Espíritu puede ser mala, pero el resultado puede
ser bueno.
6. ¿Cuál puede ser el fin de los Espíritus que tienen mala
intención haciéndose ver?
Asustar y muchas veces vengarse.
– ¿Cuál es el de los Espíritus que vienen con buena
intención?
Consolar a las personas que lamentan su ausencia, probar
que existen y están cerca de vosotros, dar consejos y algunas veces
reclamar asistencia para ellos mismos.
7. ¿Qué inconveniente habría en que la posibilidad de ver
los Espíritus fuese permanente y general? ¿No sería esto un medio
de quitar las dudas de los más incrédulos?
Estando el hombre constantemente rodeado de Espíritus,
su visión incesante le alteraría, le mortificaría en sus acciones y
le quitaría la iniciativa en la mayor parte de los casos, mientras
que creyéndose solo obra más libremente. En cuando a los
incrédulos, bastantes medios tienen de convencerse si quieren
aprovecharse y si no les ciega el orgullo. Sabéis muy bien que
hay personas que han visto y que por esto no creen más, puesto
que dicen que son ilusiones. No os inquietéis por estas gentes;
Dios se encarga de ellas.
Observación. – Habría tanto inconveniente en verse constantemente
en presencia de los Espíritus, como en ver el aire que nos rodea, o los
millares de animales microscópicos que pululan alrededor de nosotros y
sobre nosotros. De donde debemos deducir que lo que Dios hace está bien
hecho y que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.
8. Si la visión de los Espíritus tiene inconvenientes, ¿por
qué se permite en ciertos casos?
Con el fin de dar una prueba de que todo no muere con el
cuerpo, y que el alma conserva su individualidad después de la
muerte. Esta visión pasajera basta para dar esta prueba y
atestiguar la presencia de Espíritus amigos a vuestro lado; pero
no tiene los inconvenientes de la permanencia.
9. ¿En los mundos más avanzados que el nuestro la visión
de los Espíritus es más frecuente?
Cuanto, más se acerca el hombre a la naturaleza espiritual,
más fácil entra en relación con los Espíritus; lo grosero de vuestra
envoltura es lo que hace más difícil y rara la percepción de los
seres etéreos.
10. ¿Es racional asustarse por la aparición de un Espíritu?
El que reflexiona debe comprender que un Espíritu,
cualquiera que sea, es menos peligroso que un viviente. Por lo
demá, los Espíritus van por todas partes y no hay necesidad de
verlos para saber que podéis tenerlos a vuestro lado. El Espíritu
que quisiera dañar puede hacerlo sin dejarse ver y quizás más
aún; no es peligroso porque sea Espíritu, sino más bien por la
influencia que puede ejercer sobre el pensamiento desviando del
bien e induciendo al mal.
Observación. – Las personas que tienen miedo en la soledad o en la
osbcuridad, raras veces se dan cuenta de la causa de su espanto; no podrían
decir de qué tienen miedo, pero seguramente deberían temer más el encuentro
de los hombres que el de los Espíritus, porque un malhechor es más peligroso
vivo que después de su muerte. Una señora conocida nuestra tuvo una noche
en su cuarto una aparición tan bien caracterizada, que creyó en la presencia
de alguien, y su primer movimiento fue de espanto. Habiéndose asegurado
que no había nadie, dijo para sí: “Parece que esto no es más que un Espíritu;
puedo, pues, dormir tranquila”.
11. Aquel a quien aparece un Espíritu, ¿podría tener una
conversación con él?
Perfectamente, y es lo que debe hacerse siempre en
semejante caso preguntando al Espíritu quién es, lo que desea y
lo que puede hacerse por él y serle útil. Si el Espíritu es
desgraciado y padece, la conmiseración que se le demuestra le
alivia; si es un Espíritu benévolo puede venir con la intención de
dar buenos consejos.
– ¿En este caso el Espíritu cómo puede responder?
Lo hace algunas veces por sonidos articulados, como lo
haría una persona viva; lo más a menudo hay transmisión de
pensamientos.
12. ¿Los Espíritus que aparecen con alas, las tienen
realmente o solo son una apariencia simbólica?
Los Espíritus no tienen alas, no tienen necesidad de ellas,
pues pueden transportarse por todas partes como Espíritus.
Aparecen según el modo con el que quieren afectar a la persona
a la cual se muestran: los unos aparecerán con el traje vulgar,
otros envueltos en ropajes, algunos con alas, como atributo de la
categoría de los Espíritus que representan.
13. Las personas que se ven en sueños, ¿son siempre aquellas
cuyo aspecto tienen?
Casi siempre son aquellas personas que vuestro Espíritu
ya a encontrar, o que vienen a encontraros.
14. Los Espíritus burlones ¿no podrían tomar la apariencia
de las personas que nos son queridas para inducirnos al error?
No toman apariencias fantásticas sino para divertirse a
vuestra costa; pero hay cosas con las que no les es permitido
divertirse.
15. Siendo el pensamiento una especie de evocación se
comprende que provoque la presencia del Espíritu; pero, ¿cómo
es que muchas veces las personas en las cuales se piensa más, que
se desea ardientemente volver a ver, nunca se presentan en sueño,
mientras que se ven gentes indiferentes y en las cuales no se piensa
de ningún modo?
Los Espíritus, no tienen siempre la posibilidad de
manifestarse a la vista, aun en sueño, y a pesar del deseo que se
tiene de verles; causas independientes de su voluntad pueden
impedirlo. Muchas veces esto es también una prueba, de la que
el deseo más ardiente no puede librar. En cuanto a las personas
indiferentes, si vosotros no pensáis en ellas, es posible que ellas
piensen en vosotros. Por lo demás vosotros no podéis formaros
una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus;
encontraréis allí una porción de conocimientos íntimos, antiguos
o nuevos, de los cuales no tenéis ninguna idea en estado de
vigilia.
Observación. – Cuando no hay ningún medio de comprobar las
visiones o apariciones, se puede, sin duda, ponerlas en la cuenta de las
alucinaciones; pero cuando son confirmadas por los acontecimientos, no
podrán atribuirse a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones
en el momento de su muerte, en sueño o en estado de vigilia, de personas
con las cuales no se piense de ningún modo, y que por diversas señales
viene a revelar circunstancias del todo inesperadas a su objeto. Se ha visto
muchas veces a los caballos encabritarse y rehusar avanzar ante apariciones
que espantaban a aquellos que los conducían. Si la imaginación produce
algún efecto en los hombres, seguramente no existe entre los animales. Por
otra parte, si las imágenes que se ven en sueños fueran siempre un efecto de
las preocupaciones de la vigilia, nada explicaría por qué acontece a menudo
que no se sueña jamás en las cosas que más se piensa.
16. ¿Por qué ciertas visiones son más frecuentes en estado
de enfermedad?
También tienen lugar en estado de perfecta salud: pero en
la enfermedad los lazos materiales están relajados; la debilidad
del cuerpo deja más libertad al Espíritu, quien entra con más
facilidad en comunicación con los otros Espíritus.
17. Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes
en ciertos lugares. ¿Será que algunos pueblos están mejor dotados
que otros para tener esta clase de manifestaciones.
¿Es que hacéis un proceso verbal por cada aparición? Las
apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, están
igualmente extendidas por toda la Tierra, pero presentan
caracteres distintos según los pueblos en los cuales tienen lugar.
Por ejemplo, en aquellos donde la escritura está poco extendida,
no hay médiums escribientes; en los otros abundan. En otra parte
hay ruidos más a menudo y movimientos que comunicaciones
inteligentes, porque éstas son menos estimadas y buscadas.
18. ¿Por qué las apariciones tienen más bien lugar por la
noche? ¿No sería esto un efecto del silencio y de la obscuridad
sobre la imaginación?
Por la misma razón que la obscuridad os hace ver durante
la noche las estrellas que no veis en pleno día. La gran claridad puede borrar una aparición ligera; pero es un error creer que la
noche sirva en cuanto a eso para alguna cosa. Preguntad a todos
aquellos que las han tenido y veréis que la mayor parte las han
visto de día.
Observación. – Los hechos de apariciones son mucho más frecuentes
y generales de lo que se cree; pero muchas personas no los confiesan por
temor al ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si parecen más
multiplicados en ciertos pueblos, esto proviene de que se conservan en ellos
más cuidadosamente las tradiciones verdaderas o falsas, casi siempre
abultadas por el atractivo de lo maravilloso, a que se presta más o menos el
aspecto de las localidades; la credulidad hace entonces ver efectos
sobrenaturales en los fenómenos más vulgares; el silencio de la soledad, la
escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, las ráfagas de la
tempestad, el eco de las montañas, la forma fantástica de las nubes, las
sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta para ilusionar a
imaginaciones sencillas y cándidas, que cuentan de buena fe lo que han
visto, o lo que han creído ver. Pero al lado de la ficción hay la realidad; el
estudio formal del Espiritismo conduce a separar de la realidad todos los
accesorios ridículos de la superstición.
19. ¿La visión de los Espíritus se produce en estado normal
o solamente en un estado extático?
Puede tener lugar en las condiciones perfectamente
normales; sin embargo, las personas que los ven están muchas
veces en un estado particular muy cerca del éxtasis que les da
una especie de doble vista (El libro de los Espíritus, núm. 447).
20. Aquellos que ven a los Espíritus ¿los ven por los ojos?
Ellos lo creen; pero en realidad el alma es la que ve, y lo
que lo prueba es que pueden verse con los ojos cerrados.
21. ¿Cómo puede el Espíritu hacerse visible?
El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones,
tiende a las propiedades del periespíritu, que puede sufrir diversas
modificaciones a gusto del Espíritu.
22. El Espíritu propiamente dicho ¿puede hacerse visible o
bien no lo puede sino con la ayuda del periespíritu?
En vuestro estado material, los Espíritus solo pueden
manifestarse con la ayuda de su envoltura semimaterial; es el
intermediario por el cual obran sobre vuestros sentidos. Bajo esta
envoltura aparecen algunas veces con una forma humana o
cualquier otra, ya sea en sueños, ya sea en estado de vigilia, lo
mismo a la luz que en la obscuridad.
23. ¿Se podría decir que es por condensación del fluido del
periespíritu que el Espíritu se hace visible?
Condensación no es la palabra; más bien es una
comparación que puede ayudar a haceros comprender el
fenómeno, porque realmente no hay condensación. Por la
combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu una
disposición particular que no tiene analogía para vosotros y que
lo hace perceptible.
24. Los Espíritus que aparecen ¿no pueden tocarse nunca y
son siempre inaccesibles al tacto?
En su estado normal son impalpables, como cuando se
sueña. Sin embargo pueden hacer impresión en el tacto y dejar
trazas de su presencia, y aun en ciertos casos venir a ser
momentáneamente tangibles, lo que prueba que entre ellos y
vosotros hay una materia.
25. ¿Todos son aptos para ver los Espíritus?
Durante el sueño, sí, pero no en estado de vigilia. En el
sueño el alma ve sin intermediario; en la vigilia está siempre más
o menos sujeta a la influencia de los órganos; por esto las
condiciones no son siempre las mismas.
26. ¿De qué proviene la facultad de ver los Espíritus durante
la vigilia?
Esta facultad depende del organismo; proviene de la
facilitad más o menos grande que tiene el fluido del vidente para
combinarse con el del Espíritu. Así no basta al Espíritu querer
mostrarse; es preciso, además, que encuentre en la persona a la
cual quiere hacerse ver, la aptitud necesaria.
–
¿Esta facultad puede desenvolverse con el ejercicio?
Lo puede como todas las otras facultades; pero es una de
aquellas de las cuales vale más esperar el desenvolvimiento
natural que provocarle, por el temor de sobreexcitar la
imaginación. La visión general y permanente de los Espíritus es
excepcional, y no está en las condiciones normales del hombre.
27. ¿Se puede provocar la aparición de los Espíritus?
Se puede algunas veces, pero muy raramente; es casi
siempre espontánea. Para esto es menester estar dotado de una
facultad especial.
28. ¿Los Espíritus pueden hacerse visibles bajo otra
apariencia que la forma humana?
La forma humana es la forma normal; el espíritu puede
variar su apariencia, pero siempre es el tipo humano.
–¿No pueden manifestarse bajo la forma de una luz?
Pueden producir llamas, luces, como cualesquiera otros
efectos, para atestiguar su presencia; pero estas cosas no son los
mismos Espíritus. La llama muchas veces sólo es una ilusión
ópitica o una emanación del periespíritu; en todos los casos no
es más que una parte de éste; el periespíritu no aparece entero
sino en las visiones.
29. ¿Qué pensaremos de la creencia que atribuye los fuegos
fatuos a la presencia de almas o Espíritus?
Superstición producida por la ignorancia. La causa física
de los fuegos fatuos es bien conocida.
– La llama azul que apareció, según se dice, sobre la cabeza
del niño Servius Tullius, ¿es una fábula o una realidad? Era real; fue producida por el Espíritu familiar que quería
advertir a la madre. Esta madre, médium vidente, había apercibido
un rayo del Espíritu protector de su hijo. Todos los médiums
videntes no ven al mismo grado, así como vuestros médiums
escribientes no escriben todos la misma cosa. Mientras que esta
madre sólo veía una llama, otro médium hubiese podido ver el
mismo cuerpo del Espíritu.
30. ¿Los Espíritus podrían presentarse bajo la forma de
animales?
Puede suceder; pero los que tomen estas apariencias son
siempre Espíritus muy inferiores. En todos los casos esto sólo
sería una apariencia momentánea; porque sería absurdo el
creer que un animal cualquiera pudiese ser la encarnación
real de un Espíritu. Los animales son siempre animales y no
otra cosa.
Observación. – Sólo la superstición puede hacer creer que ciertos
animales están animados por Espíritus; es preciso una imaginación muy
complaciente, o bien afectada, para ver alguna cosa sobrenatural en
circunstancias un tanto extravagantes, con las cuales se presentan algunas
veces; pero el miedo hace ver con frecuencia lo que no existe. El miedo no
siempre es el origen de esta idea; hemos conocido una señora muy inteligente
por cierto, que se aficionó más de lo regular a un gatazo negro, porque le
creía de una naturaleza “sobreanimal”; pero no había oído jamás hablar del
Espiritismo; si lo hubiera conocido, le habría hecho comprender lo ridículo
de la causa de su predilección, probándole la imposibilidad de semejante
metamorfosis.
Ensayo teórico sobre las apariciones
101. Las manifestaciones aparentes más ordinarias tienen
lugar cuando se duerme, por los sueños; estas son las visiones.
No puede entrar en nuestro cuadro el examen de todas las
particularidades que pueden presentar los sueños; nosotros las resumimos diciendo que pueden ser una visión actual de cosas
presentes o ausentes; una visión retrospectiva del pasado, y en
algunos casos excepcionales un presentimiento del porvenir.
Muchas veces son también cuadros alegóricos que los Espíritus
hacen pasar por nuestra vista para darnos advertencias útiles y
consejos saludables, si son buenos Espíritus; o para inducirnos en
error y lisonjear nuestras pasiones si son Espíritus imperfectos.
La siguiente teoría se aplica a los sueños, como a los otros casos
de apariciones. (Véase El libro de los Espíritus, núms. 400 y
siguientes).
Creeríamos hacer injuria al buen sentido de nuestros lectores
procurando refutar lo que hay de absurdo y ridículo en lo que
vulgarmente se llama la interpretación de los sueños.
102. Las apariciones propiamente dichas tienen lugar en
estado de vigilia, y cuando uno goza de plena y entera libertad de
sus facultades. Generalmente se presentan bajo una forma vaporosa
y diáfana, algunas veces vaga e indecisa; a menudo es en el primer
momento una luz blanquecina cuyos contornos se dibujan poco a
poco. Otras veces las formas son acentuadas con claridad y se
distinguen las menores trazos del rostro, al punto de poder hacer
de ellas una descripción muy precisa. Los ademanes y el aspecto
son parecidos a los del Espíritu cuando vivía.
Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta
bajo aquella que mejor puede hacerle conocer si tal es su deseo.
De este modo, aun cuando el Espíritu no tenga ningún defecto
corporal, se manifestará estropeado, cojo, jorobado, herido, con
cicatrices, si esto es necesario para justificar su identidad. Esopo,
por ejemplo, como Espíritu no es deforme; pero si se le evoca,
aunque Esopo hubiera tenido después muchas existencias
aparecerá feo y jorobado, con el traje tradicional. Una cosa notable
es que a menos de circunstancias particulares, las partes menos
dibujadas son los miembros inferiores; mientras que la cabeza, el
tronco, los brazos y las manos, se presentan siempre claramente. Tampoco casi nunca se les ve andar, sino deslizarse como sombras.
En cuanto al traje, ordinariamente se compone de un ropaje
terminando en largos pliegues flotantes; la apariencia de los
Espíritus que no han conservado nada de las cosas terrestres, es al
menos con una cabellera ondulante y graciosa; pero los Espíritus
vulgares, aquellos que se han conocido, tienen generalmente el
traje que tenían en el último periodo de su existencia. Muchas
veces tienen atributos característicos de su elevación, como una
aureola o alas para aquellos que puedan considerarse como ángeles
mientras que otros llevan los que recuerdan sus ocupaciones
terrestres; de este modo un guerrero podrá aparecerse con su
armadura, un sabio con sus libros, un asesino con un puñal, etc.
Los Espíritus superiores tienen una figura bella, noble y serena;
los más inferiores tienen algo de feroz y bestial, y algunas veces
llevan aún las señales de los crímenes que han cometido o de los
suplicios que han sufrido. La cuestión del traje y de todos estos
objetos accesorios puede que sea la que más admira; volveremos
a ella en un capítulo especial, porque tiene relación con otros
hechos más importantes.
103. Hemos dicho que la aparición tiene algo de vaporoso;
en ciertos casos se podría compararla a la imagen reflejada en un
espejo sin alinde, y que a pesar de su limpieza no impide ver al
través los objetos que están por detrás. Así, es generalmente, como
los distinguen los médiums videntes; los ven ir y venir, entrar y
salir de una habitación, circular entre los grupos de los vivos,
teniendo el aire, al menos por lo que respecta a los Espíritus
vulgares, de tomar una parte activa en todo lo que se hace alrededor
de ellos, de interesarse y escuchar lo que se dice. Frecuentemente
se les ve acercarse a una persona, sugerirle ideas, influirla,
consolarla si son buenos, ridiculizarla si son malignos, mostrarse
tristes o contentos de los resultados que obtienen; sucede, en una
palabra, lo mismo que en el mundo corporal. Tal es el mundo
oculto que nos rodea, en medio del cual vivimos sin que lo
apercibamos, así como vivimos sin tampoco apercibirlo en medio
de las miríadas del mundo microscópico. El microscopio nos ha
revelado el mundo de lo infinitamente pequeño que no
sospechábamos; el Espiritismo, ayudado por los médiums, nos ha
revelado el mundo de los Espíritus, que es también una de las
fuerzas activas de la Naturaleza. Con ayuda de los médiums
videntes hemos podido estudiar el mundo invisible, iniciarnos en
sus costumbres, como un pueblo de ciegos podría estudiar el
mundo visible, ayudado de algunos hombres que gozasen de la
vista. (Véase el capítulo XIV, De los médiums el artículo
concerniente a los médiums videntes).
104. El Espíritu que quiere o puede aparecer, reviste algunas
veces una forma más clara todavía, teniendo todas las apariencias
de un cuerpo sólido, hasta el punto de producir una ilusión
completa y hacer creer que se tiene delante de sí un ser corporal.
En algunos casos, en fin, y bajo el imperio de ciertas circunstancias,
la tangibilidad puede venir a ser real, esto es, que se puede tocar,
palpar, sentir la misma resistencia, el mismo calor que de parte de
un cuerpo vivo, lo que no impide el desvanecerse con la rapidez
del rayo. Entonces ya no es por los ojos como se hace constar la
presencia, sino por el tacto. Si se podía atribuir a la ilusión o a una
especie de fascinación la aparición simplemente visual, la duda
no puede tener lugar cuando se puede cogerla, palparla, y más
aún cuando ella misma os coge y os estrecha. Los hechos de
apariciones tangibles son los más raros; pero los que se han
verificado en estos últimos tiempos por la influencia de médiums
poderosos * y que tienen toda la autenticidad de testigos
irrecusables, prueban y explican lo que la historia confirma en lo
referente a personas que se han mostrado después de su muerte
con todas las apariencias de la realidad. Por los demás, como lo
hemos dicho, por extraordinarios que sean semejantes fenómenos,
todo lo maravilloso desaparece cuando se conoce la manera como
se producen, y se comprende que, lejos de ser una derogación de las leyes de la naturaleza, no son otra cosa que una nueva aplicación
de las mismas.
__________________________________________
* Entre otros el Sr. Home.
105. Por su naturaleza y en su estado normal el periespíritu
es invisible, así como hay una porción de fluidos que sabemos
que existen y que, sin embargo, no hemos visto jamás; pero pueden
también, lo mismo que ciertos fluidos, sufrir modificaciones que
le hagan perceptible a la vista, ya sea por una especie de
condensación, ya por un cambio en la disposición molecular;
entonces nos aparece bajo una forma vaporosa. La condensación
(no es necesario tomar esta palabra a letra; sólo la empleamos a
falta de otra y a título de comparación), la condensación, decimos,
puede ser tal que el periespíritu adquiere las propiedades de un
cuerpo sólido y tangible; pero puede instantáneamente volver a
tomar su estado etéreo e invisible. Podemos darnos cuenta de este
efecto por el del vapor, que puede pasar de la invisibilidad al estado
nebuloso, luego líquido, luego sólido y viceversa. Estos diferentes
estados del periespíritu son el resultado de la voluntad del Espíritu
y no de una causa física exterior como en nuestros gases. Cuando
nos aparece, es porque pone su periespíritu en el estado necesario
para hacerle visible; para esto su voluntad no basta, porque la
modificación del periespíritu se opera por su combinación con el
fluido propio del médium; pero esta combinación no es siempre
posible, lo que explica por que la visibilidad de los Espíritus no es
general. Así, no basta que el Espíritu quiera mostrarse; no basta
tampoco que una persona quiera verle; es preciso que los dos
fluidos puedan combinarse, que haya entre ellos una especie de
afinidad; puede ser también que la emisión del fluido de la persona
sea bastante abundante para operar la transformación del
periespíritu y probablemente otras condiciones que nos son
desconocidas; por fin es menester que el Espíritu tenga el permiso
de hacerse ver a tal persona, lo cual no siempre se le concede o
sólo se le permite en ciertas circunstancias, por motivos que no
podemos apreciar.
106. Otra propiedad del periespíritu y que tiende a su naturaleza etérea, es la penetrabilidad. Ninguna materia le hace
obstáculo; las atraviesa todas, como la luz atraviesa los cuerpos
transparentes. Y por esto nada hay, por cerrado que esté, que pueda
oponerse a la entrada de los Espíritus; estos van a visitar al
prisionero en su calabozo tan fácilmente como al hombre que está
en medio de los campos.
107. Las apariciones en estado de vigilia no son ni raras ni
nuevas; las ha habido en todos tiempos; la historia refiere gran
número de ellas; pero sin ir tan lejos, en nuestros días son muy
frecuentes, y muchas personas las han tenido y en un principio las
han tomado, por lo que se ha convenido en llamar alucinaciones.
Son frecuentes sobre todo en los casos de muerte de personas
ausentes, que vienen a visitar a sus parientes o amigos. Muchas
veces no tienen objeto bien determinado, pero se puede decir que
en general los Espíritus que aparecen de este modo son atraídos
por la simpatía. Detengámonos a interrogar nuestros recuerdos, y
veremos que hay pocas personas que no tengan conocimiento de
algunos hechos de este género cuya autenticidad no podría ponerse
en duda.
Espíritus glóbulos
108. Añadiremos a las condiciones precedentes el examen
de algunos efectos de óptica que han dado lugar al singular sistema
de los Espíritus glóbulos.
El aire no tiene siempre una limpieza absoluta y hay
circunstancias en que las corrientes de las moléculas aeriformes y
su agitación producida por el calor se hacen perfectamente visibles.
Algunas personas han tomado esto por masas de Espíritus
agitándose en el espacio; basta indicar esta opinión para refutarla.
Pero he aquí otro género de ilusión no menos extravagante contra
la cual conviene estar prevenido.
El humor acuoso del ojo ofrece puntos apenas perceptibles
que han perdido su transparencia. Estos puntos son como cuerpos
opacos suspendidos en el líquido cuyos movimientos siguen. Estos
producen en el aire ambiente y a distancia, por efecto del aumento y de la refracción, la apariencia de pequeños discos, variando de
uno a diez milímetros de diámetro, y parecen mecerse en la
atmósfera. Hemos visto personas que tomaban estos discos por
Espíritus que les seguían y les acompañaban por todas partes, y
en su entusiasmo tomar por figuras los matices de la irisación, lo
que es casi tan racional como ver una figura en la luna. Una simple
observación suministrada por estas mismas personas les conducirá
sobre el terreno de la realidad.
Estos discos o medallones, dicen ellos, no sólo le
acompañan, sino que siguen todos sus movimientos; van a
derecha e izquierda, suben, bajan o se detienen según el
movimiento de cabeza. Eso no debe causar admiración, puesto
que si el sitio de la apariencia está en el globo del ojo, debe
seguir sus movimientos. Si fueran Espíritus sería preciso convenir
que estarían demasiado sujetos a un papel muy mecánico para
seres inteligentes y libres, tarea harto fastidiosa, aun para
Espíritus inferiores, con más fuerte razón incompatible con la
idea que nos formamos de los Espíritus superiores. Es verdad
que algunos toman por Espíritus malos puntos negros o moscas
amauróticas. Estos discos, lo mismo que las manchas negras,
tienen un movimiento ondulatorio que no se aparta jamás de la
amplitud de un cierto ángulo, y lo que contribuye a la ilusión es
que no siguen bruscamente los movimientos de la línea visual.
La razón de esto es muy sencilla. Los puntos opacos del humor
acuoso, causa primera del fenómeno, hemos dicho que están
como suspendidos y tienen siempre una tendencia a descender;
cuando suben están incitados por el movimiento del ojo de abajo
arriba; pero llegados a cierta altura, si se fija el ojo, los discos,
después de detenerse descienden por sí mismos. Su movilidad es
extrema, porque basta un movimiento imperceptible del ojo para
hacerles cambiar de dirección y hacerles recorrer rápidamente toda
la amplitud del arco en el espacio en que se produce la imagen.
Hasta tanto que no se pruebe que una imagen posee un movimiento propio, espontáneo e inteligente, no puede considerarse sino como
un simple fenómeno óptico o fisiológico.
Lo mismo puede decirse con respecto de las lucecitas que
se producen algunas veces en gavillas o manojos más o menos
compactos por la contracción de los músculos del ojo y que son
probablemente debidas a la electricidad fosforescente del iris,
puesto que están generalmente circunscriptas a la circunferencias
del disco de este órgano.
Semejantes ilusiones no pueden ser otra cosa que el resultado
de una observación incompleta. Cualquiera que haya estudiado
seriamente la naturaleza de los Espíritus por todos los medios que
da la ciencia práctica, comprenderá todo lo pueril de estas
ilusiones. Tanto como combatimos las teorías atrevidas, por las
cuales se atacan las manifestaciones, cuando estas teorías están
basadas sobre la ignorancia de los hechos, otro tanto debemos
procurar destruir las ideas falsas que prueban más entusiasmo que
reflexión, y que por esto mismo hacen más mal que bien entre los
incrédulos, ya tan dispuestos a buscar la parte ridícula.
109. Como se ve, el periespíritu es el principio de todas las
manifestaciones; su conocimiento ha dado la llave de una porción
de fenómenos, ha hecho dar un paso inmenso a la ciencia
espiritista, y que ésta entrase en una vía nueva, quitándole todo
carácter maravilloso. Por conducto de los mismos Espíritus hemos
encontrado la explicación de la acción del Espíritu sobre la materia,
del movimiento de los cuerpos inertes, de los ruidos y de las
apariciones, pues es preciso tener muy presente que ellos mismos
son los que nos han puesto en el camino para todas estas
investigaciones. Encontramos en el periespíritu la explicación de
muchos otros fenómenos que nos quedan por examinar antes de
pasar al estudio de las comunicaciones propiamente dichas. Se
les comprenderá mejor cuanto más cuenta nos demos de las causas
primeras. Si se comprende bien este principio, lo aplicaremos con
facilidad a los diversos hechos que podrán presentarse al
observador.
110. Estamos lejos de dar la teoría que presentamos como
absoluta y como si fuese la última palabra; será, sin duda,
completada o rectificada más tarde por nuevos estudios, pero por
incompleta o imperfecta que sea aún hoy día puede siempre ayudar
a darse cuenta de la posibilidad de los hechos por causas que nada
tienen de sobrenatural; sí esto es una hipótesis, sin embargo, no
se le puede negar el mérito de la racionalidad y de la probabilidad,
y vale más que todas las explicaciones que dan los que niegan,
para probar que todo es ilusión, fantasmagoría y subterfugio en
los fenómenos espiritistas.
Teoría de la alucinación
111. Los que no admiten el mundo incorporal e invisible,
creen explicarlo todo con la palabra alucinación. La definición
de esta palabra es conocida; esto es: un error, una ilusión de una
persona que cree tener percepciones que no tiene realmente (del
latín “hallucinari”; errar, formado de “ad lucem”); pero los sabios
no han dado todavía la razón fisiológica, que nosotros sepamos.
La óptica y la fisiología parece que no tienen ya secretos
para ellos. ¿Cómo es que no han explicado aún la naturaleza y el
origen de las imágenes que se presentan al Espíritu en ciertas
circunstancias?
Quieren explicarlo todo por las leyes de la materia,
conforme; que den, pues, por estas leyes una teoría de la
alucinación; buena o mala, siempre sería una explicación.
112. La causa de los sueños no se ha explicado jamás por la
ciencia; los atribuye a un efecto de la imaginación, pero no nos
dice lo que es la imaginación ni cómo produce estas imágenes tan
claras y tan limpias que nos aparecen algunas veces; esto es explicar una cosa que no conoce por otra que tampoco es conocida;
la cuestión queda, pues, pendiente. Se dice que es un recuerdo de
las preocupaciones de la víspera; pero aun cuando se admita esta
solución, que no lo es, quedaría todavía por saber cual es este
espejo mágico que conserva de este modo la impresión de las
cosas. ¿Cómo se explican, sobre todo, estas visiones de cosas
reales, que no se han visto jamás en estado de vigilia, y en las que
nunca se ha pensado? Sólo el Espiritismo podía darnos la llave de
ese raro fenómeno, que pasa desapercibido a causa de su misma
vulgaridad, como todas las maravillas de la naturaleza que
pisoteamos.
Los sabios han desdeñado ocuparse de la alucinación; que
sea real o no, no deja de ser un fenómeno que la fisiología debe
poder explicar, bajo pena de confesar su insuficiencia. Si algún
día un sabio se empeña en dar, no una definición, entendámonos
bien, sino una explicación fisiológica de ella, veremos si su teoría
resuelve todos los casos; que no omita sobre todo los hechos tan
comunes de apariciones de personas en el momento de su muerte;
que diga de dónde viene la coincidencia de la aparición con la
muerte de la persona. Si esto fuese un hecho aislado, se podría
atribuir a la casualidad; pero como es muy frecuente, la casualidad
no tiene estas reincidencias. Además, si aquel que ve la aparición
tenía la imaginación afectada por la idea que la persona debía
morir, podría pasar; pero la que aparece es lo más a menudo aquello
en que menos se piensa: luego la imaginación no toma parte en
esto para nada. Por la imaginación pueden explicarse menos aún
las circunstancias de la muerte de la cual no se tiene ninguna idea.
Los alucinacionistas dirán, acaso, que el alma (si es que la
admiten), tiene momentos de sobreexcitación en que sus facultades
están exaltadas. Estamos acordes; pero cuando lo que ve es real,
no es una ilusión. Si en su exaltación el alma ve una cosa que no
está presente, es, pues, que se transporta; pero si nuestra alma
puede transportarse hacia una persona ausente ¿por qué el alma
de esa persona no puede transportarse hacia nosotros? Que en su
teoría de la alucinación tomen en cuenta estos hechos y no olviden
que una teoría a la cual se pueden oponer hechos contrarios, es
necesariamente falsa e incompleta.
Esperando su explicación, vamos a ensayar emitir algunas
ideas con este objeto.
113. Los hechos prueban que hay verdaderas apariciones
de las cuales la teoría espiritista da buena cuenta, y que sólo pueden
negar los que no admiten nada fuera del organismo; ¿pero al lado
de las visiones reales hay alucinaciones en el sentido aplicado a
esta palabra? Esto no es dudoso. ¿Cuál es su origen? Los Espíritus
nos podrán en el camino, porque la explicación nos parece del
todo completa en las respuestas hechas a las preguntas siguientes:
-¿Las visiones son siempre reales y no son alguna veces el
efecto de la alucinación? ¿Cuándo se ve, en sueños o de otro modo,
al diablo, por ejemplo, u otras cosas fantásticas que no existen, no
es esto un producto de la imaginación?
Sí, algunas veces, cuando se está afectado por ciertas
lecturas, o por historias de diabluras que impresionan, se recuerda,
y se cree ver lo que no existe. Pero hemos dicho también que el
Espíritu, bajo su envoltura semimaterial, puede tomar toda clase
de formas para manifestarse. Un Espíritu burlón puede, pues,
aparecer con cuernos y garras si le place, a fin de divertirse con
la credulidad, como un buen Espíritu puede mostrarse con alas y
una figura radiante.
– ¿Se pueden considerar como apariciones las figuras y otras
imágenes que se presentan muchas veces cuando uno está medio
dormido, o simplesmente cuando se nos cierran los ojos?
Desde que los sentidos se embotan, el Espíritu se desprende
y puede ver de lejos o de cerca lo que no podría ver con los ojos.
Estas imágenes son muchas veces visiones, pero pueden ser
también un efecto de las impresiones que la vista de ciertos
objetos ha dejado en el cerebro, cuyas señales conserva como
conserva la de los sonidos. El espíritu desprendido ve entonces
en su propio cerebro estas señales qué se han fijado en él como
sobre una plancha de daguerrotipo. Su variedad y su mezcla
forman conjuntos extravagantes y fugitivos que se borran casi
repentinamente a pesar de los esfuerzos que se hacen para
retenerlos. Es preciso atribuir a una causa semejante ciertas
apariciones fantásticas que no tienen nada de real, y que se
producen muchas veces en estado de enfermedad.
Es un hecho constante que la memoria es el resultado de las
impresiones conservadas por el cerebro; ¿por qué singular
fenómeno estas impresiones tan variadas y tan múltiples no se
confunden? Este es un misterio impenetrable, pero que no es más
extraño que el de las ondulaciones sonoras que se cruzan en el
aire y no quedan menos claras. En un cerebro sano y bien
organizado estas impresiones son claras y precisas; en un estado
menos favorable se borran y confunden; de ahí la pérdida de
memoria o la confusión de ideas. Esto parece, además, menos
extraordinario, si se admite como en frenología un destino especial
a cada parte, y aun a cada fibra del cerebro.
Llegadas las imágines al cerebro por los ojos, dejan en él
una impresión que hace que se recuerde un cuadro como si se
tuviese delante, pero esto es sólo cuestión de memoria, porque no
se le ve; pues en cierto estado de emancipación, el alma ve en el
cerebro y encuentra en él estas imágenes, aquellas sobre todo que
le han afectado más, según la naturaleza de las preocupaciones o
las disposiciones del Espíritu; así es como encuentra en él la
impresión de las escenas religiosas, diabólicas, dramáticas,
mundanas, figuras de animales raros, que ha visto en pintura en
otra época o aun en cuentos, porque los cuentos dejan también
impresiones. De este modo el alma ve realmente pero sólo ve una
imagen daguerrotipada en el cerebro. En el estado normal estas
imágenes son fugitivas y efímeras, porque todas las partes
cerebrales funcionan libremente, pero en el estado de enfermedad,
el cerebro está siempre más o menos debilitado, el equilibrio no
existe entre todos los órganos; algunos solamente conservan su
actividad, mientras que otros están de algún modo paralizados;
de ahí la permanencia de ciertas imágenes que no están ya borradas
como en el estado normal por las preocupaciones de la vida
exterior. Esa es la verdadera alucinación y la causa primera de las
ideas fijas.
Como se ve, hemos dado cuenta de esta anomalía por una
ley enteramente fisiológica bien conocida, la de las impresiones
cerebrales, pero nos ha sido siempre preciso hacer intervenir el
alma; pues si los materialistas no han podido dar todavía una
solución satisfactoria de este fenómeno, consiste en que no quieren
admitir el alma. También dirán que nuestra explicación es mala,
porque ponemos por principio lo que se ha cuestionado. ¿Por
quién? Por ellos, pero admitido por la inmensa mayoría desde
que hay hombres sobre la tierra, y la negación de algunos no puede
hacer ley.
¿Nuestra explicación es buena? La damos por lo que pueda
valer a falta de otra, y si se quiere a título de simple hipótesis,
esperándola mejor. Tal como es, ¿da razón de todos los casos de
visión? Ciertamente que no, y desafiamos a todos los fisiologistas
a que den una sola a su punto de vista exclusivo que los resuelva
todos; porque cuando han pronunciado sus palabras sacramentales
de sobrexcitación y de exaltación no han dicho nada; luego si
todas las teorías de la alucinación son insuficientes para explicar
todos los hechos, es que hay otra cosa más que la alucinación
propiamente dicha. Nuestra teoría sería falsa si la aplicábamos a
todos los casos de visión, porque habría algunos de estos que
vendrían a contradecirla; puede ser justa si se concreta a ciertos
hechos.