EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Período secundario

28. Con el período de transición desaparecieron la vegetación colosal y los animales que caracterizaron a esa época, ya sea porque las condiciones atmosféricas no fueron más las mismas o porque una serie de cataclismos aniquilaron todo lo que tenía vida sobre la Tierra. Es probable que las dos causas hayan contribuido a ese cambio, ya que, por una parte, el estudio de los terrenos que señalan el fin de ese período nos informa de grandes desórdenes motivados por los levantamientos y las erupciones que derramaron sobre el suelo grandes cantidades de lava y, por otra parte, que se operaron notablemente cambios en los tres reinos.

29. El período secundario se caracteriza, en el aspecto mineralógico, por numerosas e importantes capas que indican una formación lenta en el seno de las aguas y delimitan diferentes épocas de caracterización definida. La vegetación no tiene un ritmo de crecimiento tan rápido y es menos exuberante que en el período anterior, sin duda como consecuencia de la disminución del calor y la humedad y de las modificaciones sobrevenidas en los elementos constituyentes de la atmósfera. A las plantas herbáceas y pulposas se agregaron las de tronco leñoso y los primeros árboles auténticos.

30. Los animales son todavía acuáticos, o a lo más anfibios. La vida animal sobre la Tierra seca progresa muy poco. Una prodigiosa cantidad de animales con conchas se desarrollaron en el seno de los mares como consecuencia de la formación de materias calcáreas. Aparecieron nuevos peces de organización más completa que los del período precedente y surgieron los primeros 4. La turba se formó de la misma manera, es decir, por la descomposición de residuos vegetales, de terrenos pantanosos, pero con la diferencia que al ser mucho más reciente y sin duda sujeta a condiciones distintas, no tuvo tiempo de carbonizarse. [N. de A. Kardec.] 5. En la bahía de Fundy (Nueva Escocia), el señor Lyell halló una capa de hulla de cuatrocientos metros de espesor y sesenta y ocho niveles distintos, representando éstos huellas evidentes de numerosos suelos boscosos, mientras que los troncos de los árboles estaban provistos aún de sus raíces (L. Figuier). Otorgándole sólo mil años para la formación de cada uno de esos niveles, correspondería atribuir 68.000 años a esta sola capa de hula. [N. de A. Kardec.] cetáceos. Los animales más característicos de este período son los reptiles monstruosos, entre los cuales podemos citar a: El ictiosauro, especie de pez-lagarto que alcanzaba una longitud de hasta diez metros y cuyas mandíbulas, prodigiosamente alargadas, estaban provistas de ciento ochenta dientes. Su forma general guarda un parecido con la del cocodrilo, pero sin la coraza de escamas. Sus ojos tenías el volumen de la cabeza de un hombre. Poseía aletas como la ballena y lanzaba el agua por las narices como ésta. El plesiosauro era otro reptil marino, tan grande como el ictiosauro, Su cuello, excesivamente largo, se dobla como el del cisne y le daba el aspecto de una enorme serpiente unida al cuerpo de una tortuga. Tenía cabeza de lagarto y dientes de cocodrilo. Su piel debió ser lisa como la del ictiosauro, ya que no han hallado restos de escamas ni de caparazón.6 El teleosaurio se parece más a los cocodrilos actuales, que parecen ser sus réplicas en miniatura. Como éstos, poseía una coraza escamosa y vivía tanto en el agua como sobre la tierra. Medía aproximadamente diez metros, de los cuales 3 ó 4 correspondían a la cabeza. Sus inmensas fauces tenían una abertura de 2 m. El megalosaurio, enorme lagarto, especie de cocodrilo de 14 a 15m. De longitud, era esencialmente carnívoro y se alimentaba de reptiles, cocodrilos pequeños y tortugas. Su formidable mandíbula estaba armada con dientes en forma de navaja de dos filos, curvados hacia atrás, de manera que una vez que se clavaban en la presa, ésta ya no podía liberarse. El iguanodonte fue el lagarto de mayor tamaño que haya existido sobre la Tierra: medía desde la cabeza hasta la cola de 20 a 25 m. Su hocico estaba coronado por un cuerno de hueso parecido al que lleva la iguana de nuestros días, de la cual difiere sólo por la talla, ya que la iguana mide apenas un metro de largo. La forma de los dientes prueba que era herbívoro, y de los pies, que era un animal terrestre. El pterodáctilo era un animal extraño, del tamaño de un cisne. Se asemejaba a la vez al reptil por el cuerpo, al pájaro por la cabeza y al murciélago por la membrana carnosa que unía sus dedos, los que tenían una longitud prodigiosa, mientras que la membrana le servía de paracaídas cuando se precipitaba sobre su presa desde lo alto de un árbol o de una roca. No poseía un pico córneo como los pájaros, pero los huesos de las mandíbulas, tan largos como la mitad del cuerpo y provistos de dientes, terminaban en punta como un pico.

31. Durante este período, que debió ser muy extenso, de acuerdo al número e importancia de las capas geológicas, la vida animal se incrementó grandemente en el seno de las aguas, como ocurrió con la vegetación en el período precedente. El aire, más depurado y más apto para respirar, comenzó a permitir a algunos animales la vida terrestre. El mar sufrió numerosos desplazamientos, mas exentos de sacudidas violetas. Con este período desaparecieron a su vez las razas de animales acuáticos gigantescos, reemplazadas más tarde por especies análogas, de forma menos desproporcionadas y de talla más pequeña.

32. El orgullo llevó al hombre a decir que todos los animales fueron creados para subvenir a sus necesidades y en su honor. Pero, ¡qué pequeño es el número de los que le sirven directamente y a los que ha podido domesticar, en comparación con el número incalculable de aquellos con los que no tuvo ni tendrá jamás relación! ¿Cómo sostener tal tesis, en presencia de esas innumerables especies que poblaron la Tierra durante miles y miles de siglos antes de que el hombre apareciese y que hoy ya no existen? ¿Se puede decir que fueron creadas para su beneficio? Sin embargo, esas especies tenían su razón de ser y su utilidad. Dios no pudo crearlas por un capricho de su voluntad y por el placer de luego aniquilarlas, ya que todas poseían instintos, el sentimiento del dolor y el bienestar. Entonces ¿qué finalidad pudieron haber tenido? Sin duda una finalidad soberanamente sabia a la que no estamos en condiciones de comprender aún. Tal vez un día se le permitirá al 6. El primer fósil de este animal se descubrió en Inglaterra en 1823. Posteriormente se hallaron también en Francia y Alemania. [N. de A. Kardec.] hombre conocerla para confundir su orgullo. Pero mientras eso esperamos, ¡cómo se amplían nuestras ideas en presencia de estos horizontes nuevos a los cuales nos está permitido estudiar, así como ante el espectáculo imponente de la Creación, tan majestuosa en su lenta marcha, tan admirable en su previsión, tan puntual, tan precisa y tan invariable en sus resultados!